Crítica feroz de actualidad, política y medios.

sábado, 3 de agosto de 2013

Habló el buey...

   Sabíamos que en el Congreso de los Diputados no había ningún Demóstenes, ni un Cicerón, ni siquiera un Cánovas. Que a los portavoces de los partidos no los nombran por sus dotes oratorias, también lo sabíamos. Pero no puede entenderse por qué razón, en la mayoría de los casos, quien sube a la tribuna no es capaz de hilar una frase coordinada, ni de exponer una sola idea con algo de claridad, ni de armar un discurso coherente. Hay excepciones, claro: Rajoy es un orador solvente y coherente (otra cosa es que sea verosímil, ya entraremos en eso); Rubalcaba se defiende bien en el cuerpo a cuerpo; Rosa Díez y Durán i Lleida también son buenos disertadores. Los demás portavoces, como hemos vuelto a comprobar en el debate del jueves, o no saben hablar, o no saben leer, o lo que leen ha sido escrito por analfabetos funcionales, lo que sería aún peor.
 
   Entre las intervenciones del famoso debate Bárcenas, las dos que más destacaron por la incompetencia verbal de los ponentes fueron, en nuestra opinión, la de Xabier Mikel Errekondo, diputado por Amaiur, Licenciado en Informática y ex jugador de la selección española de balonmano, y la de Alfred Bosch, diputado por ERC, Licenciado en Filosofía y Letras, Doctor en Historia, profesor en distintas universidades, y escritor muy premiado por el Grupo Planeta y Omnium Cultural, entre otros.

   Lo de Errekondo fue penoso: además de dedicar la mayor parte del tiempo que tenía asignado a morder la mano que le da de comer, renegando del modelo de Estado del que generosamente cobra,empleó un tono chulesco y tabernario que nos hizo preguntarnos si no habría llegado al Congreso ese día directamente desde una taberna (herriko-taberna, se supone).

   Y lo de Bosch, no tiene excusa. Porque un licenciado en Filosofía y letras debería saber que "prever" se conjuga igual que "ver", y así evitaría quedar como un asno diciendo: "... su ex tesorero montó una trama compleja preveyendo que..."; y un Doctor en Historia debería saber que en latín, al igual que en castellano y en catalán, es necesaria la concordancia de género y número entre sujeto y predicado, y así habría evitado mostrarse como un solemne burro diciendo: "delenda est Mariano Rajoy", que se traduciría como "Mariano Rajoy debe ser destruida". Se ve que, por dedicarse a la novela histórica, le sonaba lo de "delenda est Cartago" y no reparó en que "Cartago" es del género femenino, y si Catón el Viejo hubiera pedido la destrucción de Aníbal habría dicho "delendus est Aníbal". Parecen detalles menores, pero lo de "delenda" lo repitió hasta el aburrimiento y lo estaba leyendo, como el resto de su incoherente, grandilocuente y hueco discurso.

   Son dos ejemplos del nivel intelectual de sus señorías. Si Bosch, que tiene un doctorado y da clases universitarias, es incapaz de hablar dos minutos sin destrozar diccionarios y gramáticas, no se le puede exigir mucho más a otros como la señora Fernández Dávila, de quien no sabemos si aún está preparándose para el acceso a la Universidad o ya lo ha logrado; o a Cayo Lara, quien, por su esforzada profesión habrá tenido menos tiempo para leer.
   

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